Somos plenamente conscientes de que lo nuestro es lo más parecido al oficio del relojero. En el momento en que dejaron de usarse los relojes, al menos en cuanto a la cantidad con que solía hacérselo, los relojeros tuvieron que dedicarse a otra cosa.
Toda tecnología avanza, y por lo tanto muere la anterior.
Vale recorder para los que la utilizaron, el viejo messenger de Hotmail. En un momento, llegó a ser mucho más popular que el whatsapp de hoy en día.
Todo el que tenía computadora, chateaba a través del messenger. Comencaron a dares también las videollamadas a través de computadora, llamadas de audio, llamadas grupales. En cada empresa de trabajo era una herramienta indispensable.
Siempre pensé que si murió esta tecnología, puede suceder con cualquiera de ellas. Amantes del whatsapp están advertidos.
Algo parecido sucedió con la irrupción de los teléfonos mobiles. Cuando llegué a Buenos Aires, una de las cosas que más me llamó la atención fue cómo la gente leía libros en los subtes y eventualmente en colectivos.
Con el tiempo, y la aparición de los primeros teléfonos mobiles, se fue dando esa migración, para llegar a la instancia en que el subte parecía, según definimos en aquellos tiempos, un “cybercafé” en donde ya estaban todos con sus teléfonos y alguno que otro leyendo un libro.
Hoy uno se sube a un subte y prácticamente no hay una persona que no esté con su telefono en la mano y su cabeza inclinada hacia él, y si así no fuera, es quizás por motivos de seguridad.
Teniendo en cuenta cómo todo cambia y tan rápido, la inteligencia artificial a dónde nos irá a llevar?
¿Somos capaces de imaginar cual es el límite de esto?
En seis meses ya todos los programas gráficos incluyen la opción de edición con inteligencia artificial. ¿Qué ocurrirá en 3 años?
Amigas traductoras , periodistas, programadores, etc comparten esta incertidumbre.
En muy breve, ¿deberemos escribir la segunda parte de este artículo?





